Pompeya, 24 de agosto del año 79 d.C.

Superduque

El 24 de agosto del año 79 d.C., el monte Vesubio entró en erupción. Una violenta explosión de caliente ceniza y polvo volcánicos, pequeños trozos de piedra pómez y grandes pedazos de lava cayeron de repente sobre Pompeya como una lluvia. En las calles el aire se llenó de humo venenoso y el cielo se oscureció. Algunas personas intentaron protegerse, otras corrieron para salvar sus vidas mientras la ciudad iba quedando sepultada por cinco metros de ceniza y lava. Cuando estos restos volcánicos se solidificaron, sellaron gran parte de la ciudad. Los supervivientes huyeron mientras tenían lugar otra erupciones en la región; la cercana ciudad de Herculano también quedó arrasada por la lava.
Pompeya había desaparecido. Primero quedó enterrada y luego quedó olvidada, aunque en los siglos posteriores las gentes de la región hablaban de la «ciudad perdida» y encontraban piezas de cerámica y otros restos antiguos

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